El Departamento de Asuntos Medioambientales ha afirmado que la prohibición de cazar leopardos en Sudáfrica, vigente desde enero de 2016, seguirá firme en 2017, según la información recogida por el Comité de Dirección Científica para la Supervisión del Leopardo, que evidencia el declive de la población de esta especie en el país sudafricano.
La caza es una importante fuente de ingresos para Sudáfrica, con una cifra cercana a los 347 millones de euros, según el Ministerio de Medio Ambiente. Los turistas ricos provienen de todo el mundo para tratar de derribar alguno de los cinco grandes: león, leopardo, rinoceronte, elefante y búfalo. La caza del leopardo, antes de prohibirse, costaba 410 euros, más una tasa de abate de 13.700 euros, según la oferta de la operadora local African Sky Hunting.
La decisión de prohibir la caza del leopardo se tomó en el decimoséptimo congreso de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora en Peligro (CITES), que establecía una cuota de caza de 150 ejemplares anuales en Sudáfrica. Al parecer, ese límite se incumplió y se cesó la caza de leopardos en el país, pasando de una cuota de 150 ejemplares a cero.
Otros motivos que provocaron el cese fue el poco monitoreo de la caza y las zonas permitidas para la práctica venatoria, así como que el leopardo está expuesto a los cazadores furtivos, que comercian ilegalmente con sus pieles, como sucede con otras especies como el elefante, el rinoceronte o el león. Los principales afectados por la medida fueron las empresas de safaris con permisos de caza y los cazadores con viajes programados y reservas hechas a dichas compañías para la caza del leopardo. La caza de este felino se suele realizar a la espera en cebos o con perros, que siguen su rastro hasta acorralarlo, obligándolo a subirse a los árboles o a meterse en cuevas.